La naturaleza provee las principales fuentes de energía que mueve nuestro mundo, pero en la medida que su explotación cada vez más intensiva implica un agotamiento de ellas, es necesario darles un uso racional y en correspondencia con las necesidades sociales y también ambientales.
El mundo moderno se caracteriza por el gran desarrollo industrial y tecnológico, incluyendo grandes avances en las telecomunicaciones así como en la producción de artefactos y utensilios domésticos de alta tecnología, que se mueven o funcionan gracias a la energía eléctrica que se obtiene tanto de la fuerza hidráulica (hidroeléctrica) como del petróleo (termoeléctrica).
